lunes, 9 de marzo de 2009

Las justas

LAS JUSTAS

En la Edad Media se denominó justa al combate singular que se hacía entre dos contendientes, a caballo y con lanza, para justificar el derecho de alguno ( véase ordalía o juicio de Dios ). De ahí viene el nombre de justa que luego se extendió a los juegos o ejercicios de caballería. En ella los caballeros acreditaban su destreza en el manejo de las armas ( véase torneos ).

Aunque se confundan como sinónimos las palabras justa y torneo, las armas empleadas en estas contiendas eran diferentes.

En las justas se empleaban armas verdaderas ofensivas y defensivas, resultando a veces los combatientes gravemente heridos e incluso muertos. En los torneos casi siempre se utilizaban armas simuladas.

Desde los tiempos más antiguos se conocieron en todos los pueblos guerreros esos combates o pruebas de fuerza, valor y destreza. Pero no con las mismas formas ni con igual carácter pero sí con el espíritu de emulación que presidía las justas de mero recreo entre los caballeros de la Edad Media.

En Grecia los juegos olímpicos, pitios y corintios eran una especie de justas. En ella se hacía alarde de las ventajas corporales, y se estimulaba el valor. La recompensa era obtener premios y el aplauso del pueblo.

Los pueblos del Norte de Europa introdujeron la costumbre de encomendar las decisiones de la justicia y la defensa de la inocencia, a la suerte de un combate singular que se ponía en manos de Dios. Los godos justaban para sincerarse de una acusación o para defender a un débil, combatiendo al acusador.

Los árabes introdujeron en España los juegos de combate de sortija, bohordos y cañas que se imitaron posteriormente en los torneos y justas.

Ordenes militares

Orden militar

Según la leyenda, la primera orden militar se creó en 312 d. C. El emperador Constantino el Grande, en vísperas de la batalla contra Majencio en puente Milvio, vio una cruz en el cielo con el lema «In Hoc Signo Vinces» («Bajo este signo vencerás»). Constantino hizo caso, llevando el signo a batalla. Tras la victoria dio libre culto a los cristianos, y armó a los primeros cincuenta caballeros, la Caballería Aurata Constantiniana, que llevaban el lábaro.
Constantino refundó Bizancio, que pasaría gradualmente a ser capital del Imperio. Esto nos lleva a la primera apreciación sobre las órdenes militares religiosas: su fundación. Se entiende oficialmente como su año de fundación aquel en que reciben la aprobación por el Papa de Roma, o este les asigna unas reglas. Naturalmente, primero hay que solicitarlo, para lo cual ha de haber previamente un conjunto de personas dispuestas y dotadas de medios que demuestren su buena disposición. De esta forma suele llevar a confusión la diferencia de fechas entre el momento en el que un grupo de caballeros se organiza, presta juramento y entra en lucha, hasta aquél en el que queda confirmada oficialmente su existencia como orden militar. El ejemplo más extremo: en 1550 el Papa Julio III reconoció la Orden Militar Constantiniana[1] con la bula Quod Aliasla, después de la caída de Constantinopla, habiendo documentos anteriores que atestiguan su existencia siglos antes en Bizancio, bajo regla del obispo San Basilio.
La principal característica de las órdenes militares religiosas es la combinación de modos de vida militares y religiosos. Algunos, como los Caballeros de San Juan y los Caballeros de Santo Tomás también cuidaron de los enfermos y los pobres, como la Orden de San Lázaro. No eran instituciones exclusivamente masculinas, pues las monjas también podían asociarse a un convento de la orden. Otra característica a destacar es que los religiosos podían estar, y de hecho a menudo estaban, subordinados a hermanos no ordenados. Prácticamente la mayoría de los miembros no eran religiosos. Las órdenes estaban regidas por el Maestre.
El papel y la función de las órdenes militares a menudo han resultado oscurecidas por la fijación en sus gestas en Siria, Palestina, Prusia y Livonia. Tenían posesiones y miembros a todo lo largo de Europa Occidental. Fueron el hilo conductor de innovaciones culturales y técnicas, como la introducción del batanado en Inglaterra por los Caballeros de San Juan, o la infraestructura bancaria de los Templarios.
Joseph von Hammer comparó en 1818 las órdenes militares cristianas, en particular a los templarios, con ciertos modelos islámicos como la secta chií de los Hashshashin. En 1820 José Antonio Conde sugirió que se modelaron en base a los ribat, una institución religiosa fortificada que unía la vida religiosa con la lucha con los enemigos del islam. A pesar de lo populares que sean estos puntos de vista, muchos los han criticado, con el argumento de que no hubo ribats en Palestina hasta después de la fundación de las primeras órdenes militares. Aun así, monjes luchando era algo nuevo en el cristianismo.
En la época moderna, por lo menos desde siglo XIX hasta nuestros días, se ha visto una proliferación de órdenes autoproclamadas y falsas. Las órdenes falsas afirman su antiguo linaje sin ningún tipo de base, y las autoproclamadas no han sido establecidas por un jefe de Estado legítimo. Mientras que todas las órdenes falsas son autoproclamadas, no todas las autoproclamadas son falsas.

Ausiàs March

Ausiàs March [el apellido debe pronunciarse /mark/] (Gandía, 1397 - Valencia, 1459) fue un poeta y caballero valenciano medieval. Originario de una familia de la pequeña nobleza con aficiones poéticas. Fue uno de los poetas más importantes del Siglo de Oro valenciano y de la literatura catalana.

Hijo del también caballero y poeta Pere March, nació en Gandía alrededor de 1397. De joven participó en las expediciones que el rey Alfonso V el Magnánimo realizó por el Mediterráneo.

Fue Señor de Beniarjó, Pardines y Vernissa, y halconero mayor de Alfonso V el Magnánimo. Fue armado caballero en 1419. Participó en la expedición de Alfonso V a Córcega y Cerdeña, y en otras expediciones contra los piratas del Mediterráneo. En 1425 se retiró a sus posesiones valencianas, instalándose en Gandía en 1428. De notar es en este período su relación personal y literaria con el príncipe Carlos de Viana, heredero al trono de Navarra.

A partir de los veintisiete años ya no saldría de su tierra; primero en Gandía, donde administraba sus propiedades; y después en Valencia, donde tuvo una vida muy movida y desordenada. Comienza a escribir en 1430. Tres años más tarde, el infante Juan, Duque de Gandía, confirma sus privilegios como señor feudal.

En 1437, a los cuarenta años se casó con Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell, autor de Tirant lo Blanch. Dos años más tarde Isabel muere y Ausiàs March contrae segundas nupcias con Joana Escorna, quien murió en 1443. A pesar de carecer de hijos legítimos en sus matrimonios se sabe de la existencia de amantes y 4 hijos naturales.

Ausiàs March murió el 3 de marzo del año 1459 en Valencia, dejando cinco hijos bastardos pero ninguno legítimo. Fue enterrado en la catedral de Valencia, donde aún puede verse su losa sepulcral, cerca de la Porta de la Almoyna.

Cantar de mio Cid

Cantar de mio Cid

El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Se trata de la primera obra narrativa extensa de la literatura española en una lengua romance.

El poema consta de 3.735 versos anisosilábicos de extensión variable, aunque dominan versos de 14 a 16 sílabas métricas. Los versos del Cantar de mio Cid están divididos en dos hemistiquios separados por cesura. La longitud de cada hemistiquio es de 4 a 13 sílabas, y se considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. No hay división en estrofas, y los versos se agrupan en tiradas, es decir series de versos con una misma rima asonante.

Está escrito en castellano medieval y compuesto alrededor del año 1200 (fechas post quem y ante quem: 1195–1207). Se desconoce el título original, aunque probablemente se llamaría gesta o cantar, términos con los que el autor describe su obra en los versos 1.085 y 2.276, respectivamente.

El Cantar de mio Cid es el único conservado casi completo de su género en la literatura española y alcanza un gran valor literario por la maestría de su estilo. Los cuatro textos épicos conservados, además del que nos ocupa, son las Mocedades de Rodrigo, con 1700 versos, Cantar de Roncesvalles y una corta inscripción de un templo románico, conocida como Epitafio épico del Cid . Del texto que aquí nos ocupa solo se ha perdido la primera hoja del original y otras dos en el interior del códice, pero su contenido puede ser deducido de las prosificaciones cronísticas, en especial de la Crónica de veinte reyes.

Castillos

Castillos (del latín castellum, diminutivo de castrum) es, según definición del Diccionario de la RAE, un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones». Existe toda una serie de edificaciones militares que guardan analogías con el castillo, como el alcázar, el torreón, la atalaya, el fuerte, el palacio fortificado, la ciudadela o la alcazaba, lo que hace que no siempre sea fácil asegurar si se trata o no de un castillo propiamente dicho. Se tiene normalmente por tal el conjunto formado por un recinto amurallado que encierra un patio de armas, en torno al cual se sitúan una serie de dependencias y que dispone de al menos una torre habitable.


Castillos de España

Alcázar de Segovia.

Castillo de Peñafiel, Valladolid.

Castillo de La Aljafería (Zaragoza).

Castillo de Cardona (Barcelona).

Alcazaba de Almería

Castillo de San Marcos en El Puerto de Santa María (Cádiz).


Partes de un castillo

Barbacana: Es una obra de fortificación situada frente a las murallas y protegiendo una puerta de acceso. Podían contar con portales propios fortificados de paso obligatorio para acceder a la puerta principal. Como ésta del castillo de Sigüenza (Guadalajara).


Torre del homenaje. Es la torre principal del castillo, residencia de los responsables del mismo, normalmente la más alta y fuerte, y estaba situada en el lugar de más fácil defensa. Era el lugar más protegido y en caso necesario podía conventirse en el último núcleo de resistencia.


Foso: trinchera excavada frente a los muros de una fortificación. Su misión principal era impedir que las máquinas de asalto se aproximarann a los muros. Un ejemplo magnífico lo podemos ver en el castillo de Bellver, Mallorca (1300-1314).


El rastrillo o peine suele ser una pesada reja, rematada abajo en puntas que formaba parte de las fortificaciones de la puerta, junto al puente levadizo y la barbacana.



Almenas, tenían como función proteger a los defensores, algunas tenían orifcios, como troneras (para las armas de fuego) o saeteras (para lanzar armas arrojadizas



Adarve o camino de ronda, donde se parapetaban los defensores.

lunes, 23 de febrero de 2009

el compromiso de casper

El compromiso de Caspe fue un pacto establecido por representantes de los reinos de Aragón, Valencia y los condados catalanes para elegir un nuevo rey ante la muerte en 1410 de Martín I de Aragón sin descendencia y sin nombrar sucesor. Supuso la entronización de Fernando de Trastámara y con él de la dinastía Trastámara en la Corona de Aragón.

lunes, 26 de enero de 2009

Cuento

Salieron tres ciudadanos a buscar leña y cuando estaban destroncando el árbol seco se encontraron con un cofre que contenía un tesoro en piedras preciosas. Ante la agradable sorpresa y después de la emoción lógica, pensaron qué hacer y como, ya que si las autoridades se enteraban, podían llegar a confiscarlos; también estaba el peligro de que se lo roben si la gente se enteraba.
Pensando como hacer, deciden que uno vaya a buscar comida y los otros dos se quedaron; sortearon y el que fue por la comida decide envenenarla y eliminar a sus socios, estos lo esperaron con planes para matarlo y repartir el tesoro entre dos. En suma, el que fue por la comida es muerto, y sus compañeros comen hasta morir envenenados.
Un sabio reflexionó sobre la historia y dijo que la excesiva ambición mató a los hombres, el tesoro sigue esperando que la estupidez humana siga por parámetros menos egoístas, crueles y extremadamente ambiciosos.